sábado, 4 de agosto de 2012

MIENTRAS DUERMO



Hoy anduve largo rato entre mis sueños y de entre ellos, surgió un jardín de profunda desesperanza, me impresionó el cálido letargo que se cernía sobre él.  Avanzaba implacable como una marea de desespero.
Aquel lugar enigmático que debería resplandecer vigoroso, con coloridos brillantes y vivos, no era más que un espacio lúgubre y apagado. 

Al paso por aquel jardín fui rozando suavemente con mi mano, todas las flores marchitas y con aquel suave roce se iban desmoronando, convirtiéndose en polvo y el aire adentro iba trasladando aquellas moléculas al infinito, como una lluvia de estrellas apagadas.
Me sentí agonizar bajo tan enorme desesperanza y bajo aquella lluvia eterna fui evocando lances arcanos, que en algún momento debí de haber completado.
Cuando le vi por primera vez estaba sentado con las alas desalagadas, bajo una profunda negrura.  Me llamó sin pronunciar palabra, solo con la mirada.  Al ver su deslumbrante halo, mis pasos fueron hacía él.    Me arrullo entre sus alas como a un niño asustado y por un momento finito,  por mi mente, vi pasar mi vida hecha de instantes deshilachados y mis penas se fueron disipando. Y de aquel aciago lugar donde la tristeza se manifiesta bajo un suspiro inagotado, surgió un frondoso vergel.   De un soplo de ternura floreció un manto de flores y aquel lúgubre lugar se convirtió en el edén de mi alma.
Dicen que los sueños, sueños  son, pero yo anduve bajo las pisadas de aquel sueño y bajo sus huellas me acogí a la esperanza, deseando que mientras duermo en la tierra de los sueños, ellos se liberen ante la falsedad engañosa y brote un autentico paraíso de la terrible realidad.

Margary Gamboa.©todos los derechos reservados.

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