miércoles, 1 de agosto de 2012

DESDE EL BALCÓN DE LA ESPERANZA


Con el alma desocupada una se sujeta a cualquier estrella que vuele cerca, con la intención de llegar a lo más ansiado, y un día, mi estrella llegó, ofreciéndome su  vuelo. Me llevó hasta él y me posó en edén de amor.
Aunque el silencio sea mi cómplice, no conozco otra razón más profunda para este amor, que amarle.

Aquel día quise soñar sus sueños y con las alas desplegadas, volé a ras de su alma, como si fuese una gaviota que araña el mar en busca de su presa. Solo por un segundo me posé sobre su pecho. Fue un pequeño instante que se convirtió en un grandioso momento. Allí, encontré un cobijo infinito, tan cálido y suave, del que jamás quisiera escapar.

Desde el balcón de la esperanza miré mi  vida, la vi tan bonita, que parecía de verdad. Me miré durante largo rato en lo profundo de sus ojos, hasta que ya no alcancé a ver más allá de mi  propia realidad. Me sentí tan insignificante ante aquella enorme complacencia, que me quedé plácidamente dormida al abrigo de sus caricias.

Tenía, en una mano la esperanza y en la otra la aseveración y con un traje de sentimientos desnudé mi alma. Fui escribiendo aquella historia en el libro del amor, donde había  construido un castillos de ilusión, en una parcela deshabitada.  Donde las huellas de la realidad no son más que pisadas en las nubes. Me sentiría tan feliz si algún día él, pudiera vivir un solo momento en mis sueños, por fin, sabría todo lo que callo.

Autora Margary Gamboa.©safeCREATIVE-Todos los derechos reservados.

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