Ya nuestras vidas, solo son suspiros, un hogar en el recuerdo, donde ya no aletean mariposas, porque el amor se volvió ácida prosa y lo llevó en encono enmohecido ¡Que cerca de ser poema, que cerca de ser el verso concluido! A un suspiro, a un soplo de ser la rosa purpura, que adornara este jardín sombrío.
Pero así de caprichoso, sigue el rumbo su destino, un sinfín de luciérnagas purpurinas brillan mientras queda perdida la mirada en la distancia.
¡Qué lejos quedó aquel camino!
Resopla el aire en mi ventana... se escucha un suave trinar. Un gorrión que trova, lo que ya no pudo amar. Pero el canto se vuelve brisa, una mueca afligida hace sombra a la sonrisa. Una lágrima por mi mejilla se desliza, la última que me queda. Se diluye la melancolía, y sigo aquí escribiendo porque, no existe la muerte en la poesía, siempre estarás conmigo, porque donde hubo amor verdadero, no existe olvido.
Margary Gamboa
No hay comentarios:
Publicar un comentario