Me bastaba tan solo con verte
sonreír y sabía, sin que me lo dijeses, que lo único que deseabas era que
estuviésemos juntos toda la eternidad.
Recuerdo que te gustaba contarme aquella historia, sostenías
que era cierta que ocurría y que la Dama de los vientos, vestida de tul, de vez
encunado venía a visitarte y te besaba la frente.
Sentía celos de aquellos besos imaginarios.
Hubo un tiempo donde la música unía al unísono nuestros
corazones inquietos, donde cada balada era más que un canto al amor. Bailamos cogidos
de la cintura por senderos de claveles unidos a un único sentimiento, a una
misma ilusión y deseé que ese tiempo nunca se agotase. Te sentiste afortunado
en el transcurso de aquel tiempo fugaz y yo la princesa de mi propio cuento.
Aquel tiempo mágico en que creí tocar mi cielo se agotó, se marchitó como una flor de
primavera. Quizás el jardinero que cuidaba aquellos jardines de ensueños
envejeció.
Añoro esos momentos en los que caminando de puntillas junto
a ti, creí tocar un sueño.
Tal vez esa sensación de que alguien se acercase a ti para besarte la frente, fuese un presagio del futuro.
A veces, me visto de tul y paseo por el lago.
Pienso en esa Dama de los vientos... Cierro los ojos y deseo ser yo, quien se acerque a tus sueños y posando mis labios sobre tu frente, te ofrezca, el último beso.
A veces, me visto de tul y paseo por el lago.
Pienso en esa Dama de los vientos... Cierro los ojos y deseo ser yo, quien se acerque a tus sueños y posando mis labios sobre tu frente, te ofrezca, el último beso.
Autora Margary Gamboa. ©todos los derechos reservados.
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