La soledad me transforma en alguien diferente, sin
espíritu, sin pensamiento.
Miro al espejo y no soy yo, ni es mi reflejo.
Me siento extraña ante ese suave destello que me
seduce, intento atraparlo, pero se desvanece mientras mi alcoba permanece
bajo el atroz grito del silencio.
Cuando caen los luceros y mis ojos se dormitan no
cabe en mí más nostalgia y arañando un instante permanezco inerte, en
silencio, sin nadie, solo yo, y mi triste reflejo.
Estoy segura de que el alma puede caber en un
espejo, se libera disoluta, se transfiere al infinito y despacio
se disipa hasta que se funde en el filo de un lamento.
Permanece allí, indestructible, y al mirarme a mi
misma tan vulnerable, de una imagen a otra, existe un
universo, entonce vuelvo a mirarme y ya no estoy sola, existe, otra
yo en el espejo.
Autora Margary Gamboa. ©todos los derechos reservados.
Eres mágica siempre, es un placer leerte, una telaraña que me atrapa...fascinante tú
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